Grande y humano
El The Best, con todo derecho futbolístico y ético, es para Luka Modric. Eso supone el triunfo de lo pequeño frente a lo exuberante. Es decir, ha ganado la sabiduría frente al instinto colosal de Messi y la perfección casi robótica de Cristiano, los cracks que se repartieron los grandes premios durante diez años. Es imposible competir contra más de cuarenta goles por temporada. Pero este reconocimiento extraordinario (lo ordinario es Messi o Ronaldo) es la prueba de que los goles no los trae la cigüeña, sino que son hijos del juego y que el juego es cosa de centrocampistas. Gente que va y viene remando en mar abierto. Vienen cumpliendo con su deber cuando el equipo pierde la pelota; van cuando la recuperan y el juego necesita criterio, esto es, darle pausa al juego para distraer y acelerar por los caminos despejados para concretar. O sea, Modric.
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