Red Bull engaña. Por un lado, la marca energética tiene una imagen que la hace única después de haberse pasado dos décadas colocando en el escaparate a sus atletas, capaces de llevar a cabo las actividades más inverosímiles y arriesgadas. En parte, ese espíritu transgresor y atrevido también se podía percibir en la división de Fórmula 1 de la marca, integrada por Red Bull y Toro Rosso, el hermano pequeño y modesto. Sin embargo, las apariencias engañan en el equipo del búfalo rojo, convertido en una trituradora de pilotos por obra y gracia del ‘Doctor’ Helmut Marko, el máximo responsable del proyecto de F1 y quien tiene la vara de mando acerca de quienes son los encargados de conducir los cuatro monoplazas disponibles. A sus 75 años, el ex corredor austríaco es mucho más conocido por sus cuestionables métodos de motivación y su mano dura que por sus éxitos deportivos –su mejor resultado fue la octava posición que logró en el Gran Premio de Mónaco de 1972, antes de verse obligado a retirarse tras perder un ojo aquel mismo año en Clermond-Ferran–, como bien pueden constatar Sebastian Buemi, Jaime Alguersuari o Antonio Félix Da Costa, entre otros talentos que salieron mal parados de su experiencia con la compañía austríaca.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2DE9mP2
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire