No es un tigre de papel como el imperialismo la Bestia del Este, la así bautizada ventisca heladora que cruza las islas británicas y congela los canales de Birmingham, hielo bajo una capa de nieve, y en el interior del sofocante pabellón que acoge los Mundiales en pista cubierta la replicaron con fuerza dos atletas rusos que compiten sin bandera (a diferencia del COI, el atletismo no levanta el castigo a su país dopador de niños), ni himno (sonó dos veces el de la IAAF, un coro soso cerrado con una fanfarria) ni uniforme. El viento del Este, helador y deslumbrante, lo soplaron fuerte dos saltadores de altura que ganaron las dos primeras medallas del Mundial, la ya campeona mundial al aire libre en Londres, Mariya Lasitskene (antes, de soltera, Kuchina), y el jovencito (20 años) Danil Lysenko.
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