Lucas Hernández (Marsella, 1996) se ha quitado un peso de encima. Es francés de pasaporte, pero también, según afirma, lo es de corazón. El matiz es importante, tanto para él como para sus seguidores, porque el joven futbolista del Atlético, llamado a ser un referente del club rojiblanco en el futuro, llevaba meses arrastrando una duda existencial, sobre si era más español que francés y, entonces, si prefería competir más con La Roja que con Les Bleus a lo largo de su carrera deportiva. Su introspección personal fue tan profunda que hasta se planteó recientemente pedir la nacionalidad española y renunciar para siempre a su país de origen. Algo que sus asesores jurídicos publicitaron pero que él no llegó a hacer porque la legislación de la FIFA no le dejaba. Hubiera corrido el riesgo de quedarse como un apátrida futbolístico apenas tres meses antes del Mundial de Rusia.
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