El fútbol tiene sus propios bugs, como los videojuegos. Situaciones en las que el personaje en cuestión no avanza, debido habitualmente a un error en la configuración del escenario. Uruguay se sintió en una situación similar ante Gales en el Guangxi Sports Center, cuando una y otra vez, todas las ocasiones de gol que generaba terminaban de manera grosera. Luis Suárez y Cavani, dos killers habitualmente sanguinarios, fallaron oportunidades impropias de su talla. Pero como ocurre en los universos imaginarios programados por ordenador, los campos de fútbol también tienen sus zonas oscuras. Sin embargo, a diferencia de la realidad artificial, es posible superar el escollo aunque sea a fuerza de insistir, y en eso los uruguayos se desenvuelven con maestría.
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