Brasil se enfrenta a Alemania este martes en Berlín sin ningún espíritu de venganza, a pesar de todo el simbolismo del partido. Por primera vez en encuentros oficiales, la selección brasileña se reencuentra con sus verdugos del último Mundial, los causantes de aquel humillante e histórico 1-7 en el Mineirão de Belo Horizonte. Desde entonces, tanto la selección como el país pasaron por muchas transformaciones. El batacazo, incluso, es motivo de broma entre los brasileños. “Cada día un 1-7 diferente”, se ha convertido en expresión popular para demostrar insatisfacción ante cualquier cosa, sea por una inundación causada por la lluvia, sea por los escándalos que dominan la política.
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