El mundo es ancho y ajeno para los nacidos en los pueblos agropecuarios del centro de la pampa. En Casilda todo es remoto. Todos los cambios parecen conducir al extremo. No digamos para el hijo de un policía, un chico introvertido y desesperado ante la idea de ser futbolista como quien sueña con ser Supermán. Inevitablemente golpeado por la realidad, a sus 58 años Jorge Sampaoli habla de sí mismo como si el éxito no le mereciera más respeto que la herramienta con la que se logra la supervivencia. “Yo me considero un seductor”, dice, “yo seduciría en cualquier situación. Yo recorrí los lugares más inhóspitos de América agarrándome a todo aquello que me pudiera servir. Yo sin la ayuda de los demás nunca habría llegado a nada”.
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