El partido en el Carranza fue un claro ejemplo de lo que es la Segunda: competencia e igualdad. Tanto Cádiz como Huesca no pararon de atacarse, no siempre con eficacia, casi nunca con precisión, pero cada uno con su estilo depararon un partido entretenido. El empate (1-1) no sirve para que el Huesca rompa la racha de seis encuentros sin ganar, aunque recupera el liderato. El Cádiz, que soñaba con asentarse en puestos de ascenso directo, debe conformarse con quedarse cuarto a las puertas de la gloria, de momento.
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