El mismo escenario que la vio florecer, cuando en 2013 ofreció su tarjeta de presentación a la élite, fue testigo este lunes de una Garbiñe Muguruza condenada por sus propios impulsos. La española encontró un muro en el tenis insípido y efectivo de Sloane Stephens, pero sobre todo se obstaculizó consigo misma. Intranquila, tensa y trabada mentalmente en los instantes más delicados del pulso, cedió contra la estadounidense (6-3 y 6-4, en 1h 28m) y se despidió del Premier Mandatory de Miami sin conseguir franquear la barrera de los octavos, manteniendo así la incógnita que la rodea esta temporada.
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