En 1958, la selección argentina retornó a un Mundial después de 24 años de ausencia con la seguridad de volver con el título bajo el brazo. El 1-6 ante Checoslovaquia que significó la eliminación en primera ronda entró en la historia como El Desastre de Suecia y abrió la puerta a un período de fútbol amarrete y físico “para parecerse a los europeos”.
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