Si hubo un jugador en la plantilla del Barcelona que celebró con entusiasmo la marcha de Luis Enrique del banquillo del Camp Nou ese fue Jordi Alba. Desposeído de su categoría de indiscutible por el técnico asturiano, la implantación del 3-4-3 le sacó de la primera plana y le relegó a la suplencia más días de los que estaba acostumbrado. La tensión entre ambos era ya evidente la temporada pasada y durante estos meses Jordi Alba no ha sido especialmente cuidadoso en ocultarla. “Seguro que mejor que con Luis Enrique me irá”, dijo el de Hospitalet al oficializarse la llegada de Ernesto Valverde. No se equivocó. En solo cuatro meses ha recuperado su mejor nivel y se ha convertido en el socio perfecto de Leo Messi, con quien conforma por el costado izquierdo del Barcelona un poderoso binomio que este sábado amenaza con decantar el clásico en el Bernabéu y dar un golpe casi definitivo a la Liga.
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