El Madrid, un club señorial de por vida, cuenta hoy con un equipo tan pomposo que se permite jugar a la carta, alejado de las jornadas laborales que distinguen al Barça. No es casual que haya ganado precisamente la mitad de las Ligas (4) que el Barcelona (8) desde el debut de Messi en 2003 y en cambio solo tenga una Champions menos —cuatro frente a tres—, números interesantes si se comparan con los de Di Stéfano, el jugador que marcó las diferencias en los años cincuenta y sesenta con cinco Copas de Europa contra ninguna y ocho Ligas por dos del Barça.
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