Como una mala secuela de la temporada pasada, todo se le torció de nuevo al Valencia en el arranque del curso. Los malos resultados acabaron primero con Pako Ayestarán, un entrenador con poco bagaje en la élite, y luego con Cesare Prandelli, que venía con buena reputación y experiencia, pero dimitió. Antes, Peter Lim había descapitalizado la plantilla al vender a varios de sus puntales por 107 millones y reinvertir 36 en refuerzos.
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