Riazor acoge este domingo un partido fronterizo entre el colista, Osasuna, y el Deportivo, un equipo que pugna por dejar atrás la zozobra. Desde que en 2011 se fue a Segunda División tras veinte años en la máxima categoría, el club gallego no ha dejado de vivir en el alambre. En ese tiempo vivió otro descenso, dos sufridos ascensos y finalmente sendas permanencias entre los grandes logradas con menos puntos que los que le impidieron quedarse entre ellos al inicio de toda esta odisea. También ha superado el mayor concurso de acreedores del fútbol español, le dio el relevo a Augusto César Lendoiro, que llevaba un cuarto de siglo en la presidencia, y ha reclutado a siete entrenadores. Si además se rebaja la lupa a lo sucedido en los últimos 364 días se podrá percibir una singular estadística que invita a pensar que el Deportivo es el más gallego de los gallegos, por enrevesado e inescrutable: durante el último año ha ganado 5 partidos de los 38 que ha disputado en competición oficial, empató 14 y cayó en 19. Ni una sola jornada ha estado en puesto de descenso. Ni siquiera si pierde contra Osasuna, en un partido que desde ambos vestuarios se cataloga como “una final”, comerá las uvas entre los tres últimos de la tabla.
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