El United no carburaba. Rooney hablaba con Carrick, sentado en el banquillo. Mourinho escrutaba la pradera con un mohín de miedo. Los pitos comenzaban a derramarse desde las gradas de Old Trafford y el Leicester conducía las cosas a su modo, cediéndole la pelota al rival y desestabilizándolo en cada contragolpe. Hasta el minuto 22. Cuando Daley Blind lanzó un córner desde la derecha de la portería del Leicester al cogollo de hombres que luchaban. Chris Smalling burló a Fuchs en el segundo palo y estiró el cuello. Rota la marca y conectado el cabezazo. Balón picado y gol.
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