José Mourinho es, hoy día, un ser incompleto. Aparentemente, lo tiene todo el portugués, felizmente casado con su esposa Matilde, padre de familia y profesional de prestigio en su sector, el fútbol; un hombre de éxito que pese a perder su trabajo hace un par de meses no debe estar pendiente de su cuenta corriente a finales de mes, ni mucho menos. Teóricamente, pues, Mourinho lo tiene todo. O casi todo. Porque, en una entrevista concedida a la edición británica de la revista GQ, el preparador reconoce tener hoy día una carencia que le insatisface. Mourinho, amante de la adrenalina, necesita un banquillo.
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