Hace falta un dominio extraordinario de la abstracción cuando se abordan empresas que resultaron en fracasos y en escarnio social. Es la cualidad que distingue a Zinedine Zidane, que vive sumido en algo parecido a la introspección anacorética. Un estado mental que, según quienes trabajan con él, hace que no se entere de la mitad de los incidentes mundanos que captan la atención del ser humano medio. El entrenador del Madrid enfrenta hoy al Atlético de Simeone (16.00 horas, C+ Liga) con la mirada despejada de quien no entiende de antecedentes. Como si no reparase en que el Atlético se ha transformado desde el 17 de mayo de 2013 en un rival de mal agüero, al menos en Copa y Liga. Como si no contemplase que el Atlético ha ganado seis, empatado cinco y perdido solo cuatro de los últimos 15 derbis. Como si no le distrajese el hecho de que el Atlético no pierde en Liga en el Bernabéu desde 2012. Como si no le preocupara la idea de que su predecesor, Rafael Benítez, agotó su credibilidad ante Florentino Pérez durante el último derbi (1-1), jugado en el Calderón el 22 de octubre.
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