Han pasado 21 semanas desde que Australia hiciera de Inglaterra el primer anfitrión apeado de un Mundial en la fase de grupos. Se ha transformado el XV de la Rosa, necesitado de dominar su patio trasero antes de asaltar el mundo. Su nuevo técnico, el australiano Eddie Jones, dice que ya entiende por qué le cuesta tanto a los ingleses dominar el Seis Naciones, que palpa ese odio tradicional del resto de socios. Por eso su receta es la vuelta al pragmatismo, restaurar la confianza de las victorias por encima del estilo. Su selección ha sumado así su tercer triunfo en tres partidos en su regreso a Twickenham y ha destronado definitivamente a Irlanda.
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