El 3 de octubre del año pasado, el Barcelona remató 28 veces y cayó derrotado por 2 a 1 frente al Sevilla en el Sánchez Pizjuán. “Fuimos mejores que ellos. Pero así es el fútbol, porque a veces hemos sido inferiores al rival y no hemos perdido”, conviene el técnico Luis Enrique. No eran tiempos de vino y rosas como en el curso anterior, cuando ganaron todo lo que disputaron, sino que el equipo palidecía en las áreas, tan frágil en defensa —con goleadas ante el Athletic y Celta, que le metieron cuatro— como desafinado en el ataque, por entonces con Messi lesionado. Un día antes, el entrenador azulgrana lanzó un dardo sin destinatario claro, pero adornado con un mensaje de lo más confiado. “Hay ganas de que se tuerzan las cosas de una vez y de que esto reviente. Pero somos como el corcho: flotaremos”, señaló.
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