Cibeles, diosa frigia de la Tierra, de la naturaleza, de la fertilidad y de los animales. Neptuno, hijo mayor de Saturno y Ops, dios romano del mar y de las aguas, que habita en las profundidades del océano y puede con su tridente agitar las olas, desatar tormentas y trazar ríos y hacer surgir manantiales donde le plazca. Vecinos y residentes en Madrid desde los años de Carlos III, aquel rey ilustrado que se empeñó hacer de un poblachón manchego una capital digna de un gran imperio. Nos vinieron casi al tiempo, en modo estatua-fuente, ambos en diseños de Ventura Rodríguez. Ambos en sendos carros, el de la una tirado por dos leones, el del otro tirado por dos caballos con cola de pez gigante. La ciudad los adoptó con cariño.
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