“Desde niño juegas a meter la canasta decisiva en el último segundo. Esto que se ha hecho toda la vida de hacerte tu propia cuenta atrás de ‘tres, dos, uno’… y tirar al límite…Te sientes especial cuando lo logras”, confiesa Sergio Llull cada vez que rememora alguno de sus lanzamientos más célebres. Desde este domingo, su triple desde 21 metros en La Fonteta ya está en la videoteca de los encestes legendarios de la ACB. El propio Llull había sellado el empate a 92, a falta de 3,9s, con una de sus intrépidas entradas al aro en el tramo final de un intenso duelo entre el primer y el tercer clasificado de la Liga. Sacó de banda el Valencia y Antoine Diot logró el que parecía el tiro de gracia del partido. Nadie contaba con el genio de los imposibles. Felipe Reyes sacó de fondo con tanta viveza como descreimiento y entregó la pelota al artificiero madridista. Su hazaña se condensó en unas décimas de segundo, las que transcurrieron desde que recogió la pelota hasta que la lanzó hacia el aro rival, a falta de 0,8s, con una parábola estratosférica que acabó en un bingo memorable. La algarabía valencianista se tornó en un asombro mudo.
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