Si el Mundial de Fórmula 1 no se detuvo tras el accidente que Jules Bianchi sufrió el año pasado en Suzuka tampoco iba a hacerlo tras su muerte, casi diez meses después. Sin embargo, la primera pérdida de un corredor 21 años después de la de Ayrton Senna en San Marino (1994) perdurará en la memoria de todos los miembros del ‘paddock’. Estos días, en Budapest, a las puertas de la última prueba antes del parón de verano, muchos pilotos le dan vueltas al riesgo que conlleva ese trabajo que tanto les gusta. A más de uno se le ve más pensativo que de costumbre, sobre todo aquellos que el martes se desplazaron hasta Niza para asistir a su funeral. Allí, tomaron una cerveza a su salud.
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