Karim Benzema es de ese tipo de jugadores que rara vez cambian el gesto de la cara durante los partidos. El francés apenas se preocupa por si luce bien, más allá de retirarse las continuas gotas de sudor que le caen por el rostro o apartar algún resto de hierba rebelde. Gareth Bale, por el contrario, aprieta continuamente las mandíbulas cuando acierta o yerra y se ajusta a menudo una pequeña coleta que le recoge parte de la cabellera y que recuerda al peinado de los luchadores japoneses de sumo.
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