Parte de la familia Lauda lleva días instalada en Ibiza y el patriarca del clan, Niki (Viena, 66 años), va y viene de la isla para desplazarse a las carreras del Mundial de Fórmula 1. En él ejerce de presidente no ejecutivo de Mercedes, y su voz es de las más influyentes del ‘paddock’. Uno podría pensar que a estas alturas de la película, al tricampeón del mundo (1975, 1977 y 1984) ya le toca mirarse los coches desde la barrera. Pero a Lauda le va la marcha y por eso no le importa demasiado decir lo que piensa tal y como le viene a la cabeza. El año pasado calificó el Ferrari como “un coche de mierda”, y hace días aseguró que en Maranello lo que mejor hacen son los espaguetis. En ambos casos rectificó después. Una actitud que se agradece y mucho en una disciplina tan encorsetada como esta.
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