Colombia despertó a las 9.30 de la mañana de un sueño que, como tantos otros, lo sintió suyo por momentos y se le terminó escapando en el último suspiro. A esa hora cruzaba Nairo Quintana la línea de meta en Alpe D’huez, segundo tras Pinot. La primera frustración. Hacía 31 años que un colombiano, Lucho Herrera, no conquista una de las cimas históricas del Tour. Entonces Nairo ni había nacido. El exciclista comentaba la ascensión hasta un punto en que sus palabras fueron desapareciendo de la narración, encogido como tantos compatriotas: “Ojalá Alpe d’huez tuviera 20 kilómetros más”, resumió. El sentir de un país.
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