Fernando Alonso aseguraba el viernes que en Budapest disponía del mejor McLaren de la temporada y el monoplaza le devolvió el piropo de la peor manera: en la segunda criba de la cronometrada (Q2) se quedó frito, a pocos metros de la entrada de los talleres. Al parecer fue un problema eléctrico el que hizo que el prototipo del español se parara dos veces de forma momentánea y una tercera, esta ya de forma definitiva. Alonso, que a la espera de sanciones arrancará el 15º, tuvo que empujar el MP4-30 cuesta arriba y solo a lo largo de unos 50 metros antes de que un grupo de comisarios se solidarizaran con él y le echaran un cable. “Cuando llegué al box me dijeron que si el coche no llega por sus propios medios no le es permitido volver a salir, así que el esfuerzo fue en balde”, lamentó el asturiano, empapado en un baño de sudor.
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