Buscar a tu equipo en la clasificación es una de esas diversiones para las que no necesitas a nadie, solo a ti, como jugar a dar balonazos contra una pared. A veces, dependiendo del club, pones el dedo en lo alto y vas descendiendo lentamente, igual que en las viejas guías telefónicas, cuando necesitabas un número, hasta dar con su puesto. Después, desplazas el dedo en horizontal y estudias si a lo mejor lleva un partido menos, cuántos ha ganado, empatado o perdido, y cuál es el balance de goles a favor y en contra. Por último, repasas los puntos, y a qué distancia se encuentran las posiciones a partir de las cuales la vida se vuelve un asunto interesante. Pero este pasatiempo perdió emoción con los años, a medida que las clasificaciones comenzaron a caer en la monotonía, como si la historia de cada temporada solo tuviese un o dos finales posibles. Que conquistasen el título los de siempre, y que se clasificasen para disputar la Champions los mismos cada año, alentó el aburrimiento.
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