La Premier era un campeonato adormecido hasta que apareció Zaha. Fue un sobresalto en plena siesta. Hacía una tarde primaveral en Londres y la multitud se volvió a reunir en Stamford Bridge a escuchar The Liquidator. Las viejas notas del órgano de Winston Wright, himno oficioso del barrio, repitieron la rutina musical desde los altavoces, y los hinchas cantaron como siempre. Después de seis meses sin perder en casa, la visita del Crystal Palace parecía otro trámite pacífico hacia el título. Pero resultó que a los 11 minutos la cosa se complicó sin remedio. El liquidador fue Wilfred Zaha.
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