Más allá de la necesidad de ganar del Athletic en su largo trayecto hacia Europa, de la necesidad del Celta de entrenar la moral para la semifinal europea del jueves, más allá de la presión que ambos equipos practican con una fe inquebrantable, el Celta y el Athletic practicaron el mejor argumento futbolístico conocido: la alegría. Desde ahí construyó el fútbol sobre todo el Athletic, más urgido por los resultados ajenos, más ambicioso, más intenso. De la necesidad hizo virtud y encontró en Raúl García el puntillero necesario para las estocadas de Williams y el virtuosismo de Muniain o Beñat.
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