Cuando el ejercicio físico prevalece sobre el afán competitivo el fútbol languidece. Entre la inoperancia y la inferioridad numérica, Alavés y Eibar firmaron en Mendizorroza un homenaje a la insustancialidad que rebajó sus méritos en pleno esprint final de la temporada. Los locales no aprovecharon la ventaja del 11 contra 10 durante 65 minutos y los armeros se quedaron a medias en su aguante desacomplejado. Las defensas lucieron solventes y la consolación fue el único premio posible. Una tacha en un recorrido encomiable.
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