Visto que el nivel de competitividad del coche que actualmente conduce Fernando Alonso no le permite llevar al límite sus habilidades como conductor, el español puede dedicarse esta temporada a poner a prueba sus nervios. En este sentido, si no se lió a mamporros en Sochi tras tener que regresar a pie al garaje de su equipo al quedarse tirado a mitad de la vuelta de formación del Gran Premio de Rusia, el asturiano ya tiene asegurado un notable alto en autocontrol. Honda desplazó a esta carrera una unidad de potencia optimizada en su parte eléctrica, que teóricamente iba a tener un impacto positivo en el McLaren, y la respuesta fue nefasta: Vandoorne tuvo que arrancar el último tras sustituir la unidad de potencia de su prototipo, y el de su compañero ni siquiera pudo tomar la salida, precisamente, por un fallo en el ERS [el sistema eléctrico de recuperación de energía]. El escenario que se le plantea a la escudería británica es dantesco, a la espera de saber si el anuncio del acuerdo de colaboración entre Honda y Sauber con vistas a 2018 puede acelerar un poco los tempos.
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