No hay peor manera que despertarse de un ilusionante sueño con un jarro de agua fría. En el duelo de ida por un lugar en la final de la Champions femenina en Cardiff, el PSG le dio un baño de realidad al Barcelona (1-3), todavía demasiado verde para competir con las grandes potencias de Europa. Fueron tres goles, pero podrían haber sido cuatro o cinco, porque el PSG despertó, sin piedad, al Barcelona de su sueño en una competición en la que ningún equipo español había llegado tan lejos.
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