Leo Messi y nada más que Messi, en todas sus versiones, ganó el partido en el Bernabéu. Messi rodando por los suelos, Messi corriendo con la pelota, Messi cabizbajo y pensativo, envuelto en nostalgias fúnebres. Messi no fue la mejor noticia del Barça sino la única, y el Barça fue la peor noticia del Madrid: se lo encontró débil, cansado y aburrido, y vio como le levantaba el partido en las narices en el territorio que más le gusta el Madrid, el descuento: precisamente cuando el Madrid soñaba con remontar el partido con diez. Pero ahí estaba Ter Stegen y ahí estaba Messi. Messi por los suelos y Messi por los aires. Messi por todas partes y Messi hasta el final, acabando el partido con un disparo. Dentro de diez años, cuando el Barça mire atrás, se preguntará qué hizo mal para no ganar ocho Copas de Europa con semejante cosa en su plantilla.
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