dimanche 18 décembre 2016

Un empate marcado por las circunstancias en Butarque

Hay partidos que se resuelven por asuntos circunstanciales, imponderables, cosas que no se entrenan, ni se prevén. Suceden porque el fútbol es la ecuación entre aciertos y errores, aunque estadísticamente sean mayoritarios los segundos, porque el pie o la cabeza son menos precisos que la mano. Sucedió por ejemplo, que cuando mejor se organizaba el Eibar, invadiendo el campo y exigiendo lo mejor de Herrerín ante la improvisada defensa del Leganés (repelió dos remates en la misma jugada de Riera e Inui), Antonio Luna comete un error que sanciona su impericia. Intenta ceder con la cabeza a su portero, con cinco o seis mejores opciones para solventar la jugada, y le pone el balón en los pies a Guerrero, que disfruta como un niño con el regalo. Puro espíritu navideño.

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