Quique Sánchez Flores insistía el verano pasado a la secretaría técnica del Espanyol: “Necesito cuatro centrales con jerarquía”. El técnico madrileño quería competencia para la pareja Álvaro González y Óscar Duarte que le había dado buenos resultados a Galca en la segunda vuelta de la campaña pasada. Sánchez Flores pactó la llegada de Demichelis y le pedía a Ángel Gómez, entonces director deportivo, que hiciera un esfuerzo para contratar a Albiol. Pero a Gómez no le cuadraban las cuentas para el fichaje e incorporó a Diego Reyes, central del Oporto que había jugado cedido en la Real Sociedad. La sorpresa para Sánchez Flores fue cuando, sobre el cierre del mercado de fichajes, Álvaro González no se resistió a la oferta del Villarreal y se fue al Madrigal.
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