Tanto Luis Enrique como el equipo entienden que su fuerza colectiva explota en el área rival, con un tridente que rompe tantas cinturas como redes. Pero el Barça ya no alcanza tantas rampas para llegar al gol y los registros de los tres delanteros (Messi, Luis Suárez y Neymar) se debilitan, por más que el argentino y el brasileño se hayan especializado en distintas suertes al tiempo que al uruguayo le cuesta coger el hilo más que de costumbre.
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