El abuso sexual en el deporte entra en una dimensión todavía más profunda de lo que ya es el propio abuso, puesto que por la calidad de la relación entre el deportista y el entrenador (no dejará el mismo estigma si el abuso se produce de deportista a deportista, de fisio a deportista o de entrenador a deportista, etcétera), por la intimidad común, la gran cantidad de horas, objetivos e ilusiones en común... Lo compartido en viajes, hoteles, vestuarios, entrenos o concentraciones... Lo que hace que la dimensión de la traición sea todavía más grave.
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