mardi 25 octobre 2016

“Muguruza será lo que ella decida ser”

La conversación se enmarca en Wimbledon y el interlocutor es Nick Bollettieri, neoyorquino y octogenario (85). Un hombre que ha contraído ocho veces matrimonio, de ahí que cuando un conocido se le acerca para saludarle y darle una palmadita en la espalda, detiene la charla con el periodista y suelta con sorna: “Hey, man! No quiero más divorcios, ¿ok?”. Lleva una gorra, gafas deportivas y sus dedos están cubiertos de gruesos anillos de oro. Su bronceado responde a la localización de su centro de operaciones, en Bradenton (EE UU). Allí pasa los días y allí, en 1978, el viejo Nick decidió que lo mejor que podía hacer era abrir una academia para formar tenistas. Lo hizo sobre unos terrenos destinados al cultivo de tomate y con el millón de dólares que le prestó un buen amigo. Y ahí empezó todo, su mito. La gran cosecha.

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