El cuarto gol al Málaga generó en Diego Pablo Simeone un ataque de euforia por el contexto en el que se dio y por la forma en la que se produjo. Con un jugador menos y el inquietante 3-2 en el marcador, el Atlético se replegó y su técnico ordenó que Carrasco pasara a la banda derecha y Correa a la izquierda. Con ese paisaje, el Atlético puso en práctica una de las maniobras que mejor interpretaba Diego Costa: la generación de espacios por delante para salir al contragolpe cuando el equipo defiende en su campo con las líneas muy bajas.
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