Tyrese Rice volvió a ser el puntal del Barcelona, el hombre que liberó a sus compañeros del estado catatónico en que se sumieron en varias fases de su duelo ante el Brose alemán. El equipo azulgrana, que acumuló su segunda derrota el miércoles en Belgrado y su quinto lesionado, con el agravante de que Pau Ribas, operado ayer, no volverá a jugar en toda la temporada, denotó el punto de desesperación y la urgencia con la que luchó por la victoria. La necesitaba de manera perentoria. Lo dijo Bartzokas antes del encuentro y le repitió Claver tras él, había que ganar como fuera. Hacía tiempo que no se oían sentencias similares cuando todo acaba de empezar. La obtuvo, gracias, sobre todo, al espléndido tramo final de Rice, autor de 18 puntos, seis asistencias y tres robos de balón, el hombre que movió al equipo y le aclaró el panorama en muchos momentos en los que su ataque se encasquilló.
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