dimanche 30 octobre 2016

¡Protesto!

No imagino el fútbol sin protestas. ¿Jugar sin hacer aspavientos al árbitro, ni dar una patada a la publicidad lateral, o sin gritar “me cago en la puta” después de un fallo garrafal? Difícil. Me temo que sin reproches el mundo se volvería un lugar plácido, dulce, casi inhabitable. El exceso de buenos modales, cuando en la infancia jugábamos a dar las gracias, ceder el paso, tratarnos de usted, taparnos la boca para toser, sólo producía parodias. Sencillamente, resulta inimaginable vivir sin enfadarse cuando las cosas salen al revés. No se entrena, como los lanzamientos de falta o las ayudas en defensa, y sin embargo, quizá la protesta sea uno de esos factores secretos que favorecen la supervivencia del fútbol. Parece algo tan ajeno al orden táctico, al juego en sí, tan intrascendente y frívolo, que sin enfados el fútbol bien podría desaparecer. Forman parte de la vida, como los errores.

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