Pues, así es, sorpresón. Porque, ¿quién hubiera apostado de inicio que Dominika Cibulkova, jugadora que hasta ayer no tenía un solo gran trofeo en su palmarés, iba a proclamarse campeona en el Masters de Singapur? ¿Y quién hubiese pensado que en la final iba a poder batir a la número uno, Angelique Kerber, la misma que evitó que le eliminasen a la eslovaca en la fase de grupos con un triunfo por dos sets en la jornada final, contra Madison Keys, cuando aparentemente ni le iba ni le venía? Pocos, muy pocos, así que cuando la eslovaca se impuso (6-3 y 6-4, en 1h 16m) unos cuantos, muchos probablemente en todo el globo, se echaron las manos a la cabeza.
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