En los metros finales, el fútbol es el arte del engaño y de la técnica. Este Atlético más tocón, en el que hasta Simeone ahora aplaude un pase atrás de cincuenta metros, va bien servido en sus onces de jugadores desequilibrantes. Griezmann, Gameiro, Carrasco, Koke, Correa, Saúl Gaitán… Y dos laterales, Juanfran y Filipe Luis que atacan tanto como defienden. La radiografía del equipo, más allá de la trabajada presión colectiva, dice que los dos centrales más Gabi son los especialistas más posicionales en cuestiones de equilibrio, aunque haga concesiones como en la de los dos goles que le endosó el Málaga. Por ello vivió el Atlético en el alambre. Fue más por la estrechez del marcador, por jugar con diez durante media hora por la expulsión de Savic, que por el juego en sí. Carrasco acabó con la incertidumbre de ese 3-2 engañoso con una carrera en la que enseñó de nuevo el poderío de su conducción y subió unos cuantos escalones más en la idolatría de la grada. Un galgo con gol anda suelto por el Calderón. Primero abrió el marcador y después cerró el partido.
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