Pedro Vieira da Silva Filho murió hace dos años, el día después de que Brasil alcanzase las semifinales de la Copa del Mundo. Era el abuelo de Marcelo; el encargado de criar a su nieto tras la separación de los padres del niño y de llevarlo a los entrenamientos. Lo hacía en un Volkswagen escarabajo a las pistas de Xerém, cerca de Río de Janeiro. Sin dinero para entrenar, el abuelo Pedro siempre acababa reuniéndolo “no me preguntes cómo”, dijo el lateral hace años. 12 reales al día. Tras muchos kilómetros Marcelo terminó en el Fluminense con 14 años pese a que él y su abuelo eran hinchas del Botafogo.
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