Tiene el Madrid en Morata a uno de esos jugadores que sacan partido de las sobras. De los minutos finales en los que los partidos son ya asuntos personales y el juego pasa a un segundo plano. Ahí se mueve mejor que nadie el canterano, que ante el Athletic volvió a reivindicar su valía desde la trinchera, y lo hizo el día que cumplía 24 años. Marcó con el alma, porque se trataba de empujar el balón a la red con lo que fuera. Su cuarto gol de la temporada resolvió el partido a un Madrid sin peso, que sin maquillaje mostró que sus ojeras siguen estando ahí.
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