Cuando entró a los vestuarios de San Siro, después del penalti decisivo, a Cristiano Ronaldo le estaba esperando su hijo. Con algún que otro problema para mantener el equilibrio, el portugués se tiró al suelo abrazado a su pequeño para hacerse las fotos de rito. Con menos adrenalina que media hora antes y ya con la camiseta puesta. La que se quitó con rabia, quizás más alegría que rabia, después de marcarle el penalti decisivo a Oblak. En Lisboa, hace dos años, también marcó de penalti, pero el del 4-1, con el partido ya resuelto. Anoche, en San Siro, fue diferente. Tal y como lo desveló el propio Cristiano al final del partido a los micrófonos de Antena 3.
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