Charlie, un estadounidense recién aterrizado a Milán, llama a los aficionados atléticos “cholos”. No con admiración. Cuando se los cruza por el centro de la ciudad repite “fuckin cholos, fuckin cholos”; Charlie es madridista. De los que ayer se alegraba, mientras se peleaba con Uber en el móvil (la ciudad está a punto de colapsar), por la buena forma con la que llega la BBC a la final. En Lisboa, recuerda, dos jugaron arrastrando las piernas. En esta ocasión Gareth Bale, Cristiano Ronaldo y Karim Benzema están recién estrenados, juguetes que Zinedine Zidane observa en el entrenamiento como si se los hubiesen dejado bajo el árbol de Navidad.
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