Impresiona el despliegue policial y militar en los aledaños de San Siro, pero también llama la atención la soltura con que se desenvuelve el hampa camorrista. Hay reventas napolitanos en cada esquina. Compradores y vendedores que demuestran la eficacia del crimen organizado en los hitos deportivos, aunque el negocio hubiera sido más provechoso de haberse reunido en la final los dos equipos locales: el Milan y el Inter.
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