El coqueto estadio Friuli de Udine, con las siluetas blancas de la cordillera alpina de fondo, mide hoy el estado de Italia y España, dos de las selecciones señaladas a protagonizar a priori los episodios finales de la próxima Eurocopa. Para los italianos, el duelo es un test en el camino de renovación emprendido por su seleccionador, Antonio Conte. Para España es una prueba ante un rival de pedigrí sin Busquets, el ancla sobre la que gira el equilibrio y la salida del balón. Su ausencia por lesión en la mano mostrará la capacidad de respuesta de la vigente campeona de Europa. “La lesión de Sergio es una pena, pero él se sentía incómodo para jugar y hemos preferido protegerle”, asegura Vicente del Bosque.
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