Levantó los dos brazos Luis Enrique como símbolo de victoria y asintió satisfecho tras el primer tanto porque su lectura del partido había sido acertada. La banda izquierda era la clave. Entendió el técnico del Barcelona que el Levante le entregaba los costados (con un 4-3-1-2), empeñado en restar líneas de pase y pasillos interiores, por lo que llamó a Jordi Alba al área técnica. Quería el entrenador que su lateral hiciera de carrilero y pillara por sorpresa al rival con sus ascensiones, validado por la conducción de Iniesta y la agitación de Neymar. Y funcionó de rechupete.
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